Quienes hemos convivido con el mejor amigo del hombre, nos habremos dado cuenta de cuánto los entendemos al trasmitir sus mensajes gesticulares a través de su cola y orejas. Estas últimas nos pueden indicar seguridad en sí mismos o estado de alerta cuando están erguidas, estado de inseguridad cuando están echadas hacia atrás, o dispuestos a atacar cuando se dirigen hacia los lados o hacia delante.
El corte de oreja es típico verlo en algunas especies como el doberman, más por razones estéticas que por ofrecer un punto débil de donde puedan sujetar al can para inmovilizarlo. Lo cierto es que estas mutilaciones pueden traer consecuencias negativas, como falta de protección a los conductos auditivos o infecciones por descuidos sanitarios en el período de cicatrización, además de hacer más dificultoso poder interpretar las señales referidas en el párrafo anterior.
Si bien hay quienes alegan otros argumentos de ventajas en cercenar las orejas, como la reducción de infecciones dentro del oído por haber mayor ventilación, o mayor facilidad en la higiene de los mismos; es cierto también que en algunos países prohíben esta práctica, en amparo a las leyes de protección y maltrato animal.
Por: Omar Farias Luces
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